FRECUENTES DESMAYOS DURANTE LA EUCARISTÍA


Si el sacerdote piensa que, en tiempos de calor, la feligresía se distrae mucho o como se dice frecuentemente “no está en lo que celebra”, es sencillamente por falta de oxigeno. Su escasez hace difícil la concentración.

Por Dra. Ana María Fernández San Martín

Con el calor que está haciendo en la ciudad, debido al calentamiento global, sucede con más frecuencia, lo que ha sucedido siempre: personas que pierden el sentido durante la celebración eucarística. La causa es la falta de oxigeno.

La falta de oxigeno nos afecta a todos. En los templos en los que no hay ventilación suficiente, o no se abren ni puertas ni ventanas en las horas de las celebraciones, he sido testigo de esto: he visto desmayarse a personas mayores, he visto a un muchacho que estaba en pie caer sobre sus rodillas y desplomarse en el pasillo del templo. No sólo a mujeres embarazadas o a enfermos, a todos nos afecta.

Si al entrar a un templo usted percibe que falta aire, busque colocarse cerca de una entrada de aire, ya sea puerta o ventana. Si usted o algún familiar es más sensible que otros a la falta de oxigeno, procure asistir a misa a las horas de menor concurrencia o a la primera eucaristía de la mañana o de la tarde, cuando el aire del templo esté más despejado.

Si usted, al ir a comulgar siente el aire muy cargado, tome un poco de tiempo después de misa y acérquese al sacerdote para comentar la falta de aire. Por lo general la zona cercana al altar es donde hay menos oxígeno por la presencia de flores y el uso del incienso. No digo que se quiten las flores ni pretendo alterar las disposiciones del sacerdote con respecto al uso de incienso. Solo sugiero que se procure más ventilación.

Otra zona donde falta aire es en los coros que están en lo alto, ya que el aire caliente tiende a subir y el esfuerzo que se realiza al cantar consume más oxigeno.

También soy testigo de la solicitud de los feligreses hacia la persona que se ha desmayado. Creo que todos estamos conscientes del malestar físico del que sufre una lipotimia; pero aquel que lo haya padecido, sabe del momento embarazoso que pasa por haber perdido el sentido, su inquietud interior y de su inquietud social.

Otra cosa de la que me he enterado es que hay personas, muy sensibles a la falta de oxigeno, que han decidido no asistir a iglesias muy concurridas e incluso de ir a misa en sábado por la tarde, para evitar una situación así.

Si el sacerdote piensa que, en tiempos de calor, la feligresía se distrae mucho o como se dice frecuentemente “no está en lo que celebra”, es sencillamente por falta de oxigeno. Su escasez hace difícil la concentración. Pensemos que la persona que está generalmente en la zona donde hay menos aire fresco es el altar; que la persona que más oxígeno consume por el esfuerzo de hablar y cantar es el celebrante.

Sería interesante que, alguien con espíritu de investigador realizara una medición del contenido de oxigeno en los templos de mayor asistencia. Sería más interesante aún que, personas con mucho ingenio, propongan soluciones prácticas y económicas para la solución de esta problemática que nos afecta a todos. Yo sólo sugiero: abran puertas y ventanas para que entre aire fresco.

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