je, je, je... el chiste está buenísimo....

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Un sacerdote va a visitar un enfermo. Toca la puerta, pero como no le abren, toma su tarjeta, escribe en ella: "Apocalipsis: 3, 20", y la pega en la puera.

Días después, al contar la colecta, el Padre encuentra en ella su tarjeta. Junto a su cita está escrita otra: "Génesis: 3, 10".

El sacerdote descrubre el buen sentido de su feligrés. Apocalipsis: 3, 20: "Estoy a la puerta y llamo; si alguno me abre, entraré en su casa". Génesis 3, 10: "Te oí andar, tuve miedo; estoy desnudo, por eso me escondí".


Tomado de la revista Selecciones de septiembre.

A Ti, Señor, me manifiesto tal como soy

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Conózcate a ti, Conocedor mío, conózcate a ti como tú me conoces. Fuerza de mi alma, entra en ella y ajústala a ti, para que la tengas y poseas sin mancha ni arruga.
Ésta es mi esperanza, por eso hablo; y en esta esperanza me gozo cuando rectamente me gozo. Las demás cosas de esta vida tanto menos se han de llorar cuanto más se las llora, y tanto más se han de deplorar cuanto menos se las deplora. He aquí que amaste la verdad, porque el que realiza la verdad se acerca a la luz. Yo quiero obrar según ella, delante de ti por esta mi confesión, y delante de muchos testigos por éste mi escrito.

Y ciertamente, Señor, a cuyos ojos está siempre desnudo el abismo de la conciencia humana, ¿qué podría haber oculto en mí, aunque yo no te lo quisiera confesar? Lo que haría sería esconderte a ti de mí, no a mí de ti. Pero ahora, que mi gemido es un testimonio de que tengo desagrado de mí, tú brillas y me llenas de contento, y eres amado y deseado por mí, hasta el punto de llegar a avergonzarme y desecharme a mí mismo y de elegirte sólo a ti, de manera que en adelante no podré ya complacerme si no es en ti, ni podré serte grato si no es por ti.

Comoquiera, pues, que yo sea, Señor, manifiesto estoy ante ti. También he dicho ya el fruto que produce en mí esta confesión, porque no la hago con palabras y voces de carne, sino con palabras del alma y clamor de la mente, que son las que tus oídos conocen. Porque, cuando soy malo, confesarte a ti no es otra cosa que tomar disgusto de mí; y, cuando soy bueno, confesarte a ti no es otra cosa que no atribuirme eso a mí, porque tú, Señor, bendices al justo; pero antes de ello haces justo al impío. Así, pues, mi confesión en tu presencia, Dios mío, es a la vez callada y clamorosa: callada en cuanto que se hace sin ruido de palabras, pero clamorosa en cuanto al clamor con que clama el afecto.

Tú eres, Señor, el que me juzgas; porque, aunque ninguno de los hombres conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él, con todo, hay algo en el hombre que ignora aun el mismo espíritu que habita dentro de él; pero tú, Señor, conoces todas sus cosas, porque tú lo has hecho. También yo, aunque en tu presencia me desprecie y me tenga por tierra y ceniza, sé algo de ti que ignoro de mí.

Ciertamente ahora te vemos confusamente en un espejo, aún no cara a cara; y así, mientras peregrino fuera de ti, me siento más presente a mí mismo que a ti; y sé que no puedo de ningún modo violar el misterio que te envuelve; en cambio, ignoro a qué tentaciones podré yo resistir y a cuáles no podré, estando solamente mi esperanza en que eres fiel y no permitirás que seamos tentados más de lo que podamos soportar, antes con la tentación das también el éxito, para que podamos resistir.

Confiese, pues, yo lo que sé de mí; confiese también lo que de mí ignoro; porque lo que sé de mí lo sé porque tú me iluminas, y lo que de mí ignoro no lo sabré hasta tanto que mis tinieblas se conviertan en mediodía ante tu presencia.


San Agustín (Hoy 28 de agosto, aniversario)

Puerta estrecha

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La liturgia de hoy también nos propone una palabra de Cristo iluminadora y al mismo tiempo desconcertante. Durante su último camino hacia Jerusalén, uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». Y Jesús respondió: «Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán» (Lc 13,23-24). ¿Qué significa esta «puerta estrecha»? ¿Por qué muchos no lograr entrar por ella? ¿Se trata tal vez de un paso reservado sólo a algunos elegidos? De hecho, este modo de razonar de los interlocutores de Jesús, mirándolo bien, es siempre actual: siempre está al acecho la tentación de interpretar la práctica religiosa como fuente de privilegios o de seguridades. En realidad el mensaje de Cristo va exactamente en la dirección opuesta: todos pueden entrar en la vida, pero para todos la puerta es «estrecha». No hay privilegiados. El paso a la vida eterna está abierto a todos, pero es «estrecho» porque es exigente, requiere empeño, abnegación, mortificación del propio egoísmo.

Una vez más, como en los domingos anteriores, el Evangelio nos invita a considerar el futuro que nos espera y al cual nos debemos preparar durante nuestra peregrinación terrena. La salvación, que Jesús obró con su muerte y resurrección, es universal. Él es el único Redentor e invita a todos al banquete de la vida inmortal. Pero con una única e igual condición: la de esforzarse en seguirle e imitarle, cargando, como Él hizo, con la propia cruz y dedicando la vida al servicio de los hermanos. Única y universal, por lo tanto, es esta condición para entrar en la vida celestial. El último día –recuerda además Jesús en el Evangelio- no seremos juzgados según presuntos privilegios, sino según nuestras obras. Los «agentes de iniquidad» serán excluidos, mientras que serán acogidos cuantos hayan realizado el bien y buscado la justicia, a costa de sacrificios. No bastará por lo tanto declararse «amigos» de Cristo jactándose de falsos méritos: «Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas» (Lc 13,26). La verdadera amistad con Jesús se expresa en la forma de vivir: se expresa con la bondad del corazón, con la humildad, la mansedumbre y la misericordia, el amor por la justicia y la verdad, el empeño sincero y honesto por la paz y la reconciliación. Éste, podríamos decir, es el «documento de identidad» que nos cualifica como sus auténticos «amigos»; éste es el «pasaporte» que nos permitirá entrar en la vida eterna.

Queridos hermanos y hermanas: si queremos también nosotros pasar por la puerta estrecha, debemos empeñarnos en ser pequeños, esto es, humildes de corazón como Jesús. Como María, Madre suya y nuestra. Ella en primer lugar, detrás del Hijo, recorrió el camino de la Cruz y fue elevada a la gloria del Cielo, como recordamos hace algunos días. El pueblo cristiano la invoca como Ianua Caeli, Puerta del Cielo. Pidámosle que nos guíe, en nuestras elecciones diarias, por el camino que conduce a la «puerta del Cielo».

Benedicto XVI

PESCADOR DE HOMBRES EN CROATA.

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El célebre canto cristiano "Pescador de Hombres", interpretado en su versión croata por el coro de la parroquia Sveta Obitelj, durante el Encuentro Europeo de Jóvenes animado por la comunidad de Taizé en Zagreb.

PESCADOR DE HOMBRES.

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Video del la canción "Pescador de Hombres" versión rock del Padre Jony, qué opinan?

PERÚ: TERREMOTO NO DESTRUYE LA FE Y LA ESPERANZA

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OTRA COMO TÚ. EROS RAMAZZOTTI.

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Para romper un poco los esquemas de lo que se espera en un grupo juvenil católico o algo religioso, pongo este video, es una buena canción de este intérprete italiano, el video fue grabado en Hamburgo en el verano de 1993 bajo la dirección de Darío Piana, disfrútenlo.

CARACTERÍSTICAS DEL REINADO DE MARÍA

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Ayer 22 de Agosto conmemoramos la Fiesta de María Reina y es por ello que comparto este texto que fue obtenido de: http://www.corazones.org/maria/reina_maria.htm

a) Preeminencia: "su honor y dignidad sobrepasan todo la creación ; los ángeles toman segundo lugar ante tu preeminencia." San Germán.

b) Poder Real: que la autoriza a distribuir los frutos de la redención. La Virgen María no solo ha tenido el más alto nivel de excelencia y perfección después de Cristo, pero también participa del poder de Su Hijo Redentor ejercita sobre las voluntades y mentes.

c) Inagotable eficacia de Intercesión con su Hijo y el Padre: Dios ha instituido a Maria como Reina del cielos y tierra, exaltada sobre todos los coros de ángeles y todos los santos. Estando a la diestra de su Hijo, ella suplica por nosotros con corazón de Madre, y lo que busca, encuentra, lo que pide, recibe".

d) Reinado de Amor y Servicio: Su reinado no es de pompas o de prepotencia como los reinos de la tierra. El reino de María es el de su Hijo, que no es de este mundo, no se manifiesta con las características del mundo. María tiene todo el poder como reina de cielos y tierra y a la vez, la ternura de ser Madre de Dios.

En la Tierra ella fue siempre humilde, la sierva del Señor. Se dedicó totalmente a su Hijo y a su obra. Con El y sometida con todo su corazón con toda su voluntad a El, colaboró en el Misterio de la Redención. Ahora en el Cielo, ella continúa manifestando su amor y su servicio para llevarnos a la salvación.

Ya que nadie ....

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comenta nada, he decido publicar lo que leo; creo que yan tengo manías graves, no lo sé, pero quizás les sriva, Ratzinger siempre dice cosas interesantes, y no porque sea su fan, o porque me gusta lo que dice, sino que su visión es de un intelectual sensato, o al menos eso me parece.

1.- Los obispos, reunidos en Nicea, respondieron redactando el «Símbolo de la fe», que completado más tarde por el primer Concilio de Constantinopla, ha quedado en la tradición de las diferentes confesiones cristianas y en la liturgia como el «Credo niceno-constantinopolitano». En este texto fundamental, que expresa la fe de la Iglesia sin división, y que todavía recitamos hoy, todo domingo, en la celebración eucarística, aparece el término griego «homooúsios», en latín «consubstantialis»: indica que el Hijo, el «Logos», es «de la misma naturaleza» del Padre, es Dios de Dios, es su naturaleza, y de este modo se subraya la plena divinidad del Hijo, que era negada por los arrianos. (Esto por el problema con Arrio que negaba la divinidad de Jesucristo, como actualmente muchos lo hacen, incluso un amigo, para poner cercano el asunto; en fin, es interesante ¿no? )

2.- La crisis arriana, que parecía haberse solucionado en Nicea, continuó durante décadas con vicisitudes difíciles y divisiones dolorosas en la Iglesia. Y en cinco ocasiones, durante 30 años, entre 336 y 366, Atanasio se vio obligado a abandonar su ciudad, pasando 17 años en exilio y sufriendo por la fe. (Para ser santo se necesita sufrir, es una manera de unirse porfundamente con Dios, es el momento en que el alama muchas de las veces se puede abrir a la eternidad, y de este modo, quizás a la santidad.. )

3.- Pero durante sus ausencias forzadas de Alejandría, el obispo tuvo la posibilidad de sostener y difundir en Occidente, primero en Tréveris y después en Roma, la fe de Nicea así como los ideales del monaquismo, abrazados en Egipto por el gran eremita, Antonio, con una opción de vida por la que Atanasio siempre se sintió cercano.(Pero todo sufrir tine un fin, si no qué sentido, de todo lo malo sale algo bueno... )

4.-La obra doctrinal más famosa del santo obispo de Alejandría es el tratado sobre «La encarnación del Verbo», el «Logos» divino que se hizo carne, como nosotros, por nuestra salvación. En esta obra, Atanasio, afirma con una frase que se ha hecho justamente célebre, que el Verbo de Dios «se hizo hombre para que nosotros nos volviéramos Dios; se hizo visible corporalmente para que tuviéramos una idea del Padre invisible y soportó la violencia de los hombres para que heredásemos la incorruptibilidad» (54, 3). Con su resurrección, el Señor hizo desaparecer la muerte como si fuera «paja entre el fuego» (8, 4). La idea fundamental de toda la lucha teológica de san Atanasio era precisamente la de que Dios es accesible. No es un Dios secundario, es el verdadero Dios, y a través de nuestra comunión con Cristo, podemos unirnos realmente a Dios. Él se ha hecho realmente «Dios con nosotros».( ¡Bello ! simplemente genial... )

5.-Tras hacerse pronto sumamente popular y traducida inmediatamente dos veces en latín y en varias lenguas orientales, la biografía ejemplar de esta figura muy querida por la tradición cristiana contribuyó decisivamente a la difusión del monaquismo, en Oriente y en Occidente. La lectura de este texto, en Tréveris, forma parte central de una emocionante narración de la conversión de dos funcionarios imperiales que Agustín presenta en las «Confesiones» (VIII, 6, 15) como premisa para su misma conversión.De hecho, el mismo Atanasio demuestra que tenía clara conciencia de la influencia que podría ejercer sobre el pueblo cristiano la figura ejemplar de Antonio. Escribe en la conclusión de esta obra: «El hecho de que llegó a ser famoso en todas partes, de que encontró admiración universal y de que su pérdida fue sentida aún por gente que nunca lo vio, subraya su virtud y el amor que Dios le tenía. Antonio ganó renombre no por sus escritos ni por sabiduría de palabras ni por ninguna otra cosa, sino sólo por su servicio a Dios. Y nadie puede negar que esto es don de Dios. ¿Cómo explicar, en efecto, que este hombre, que vivió escondido en la montaña, fuera conocido en España y Galia, en Roma y África, sino por Dios, que en todas partes hace conocidos a los suyos, que, más aún, había dicho esto en los comienzos? Pues aunque hagan sus obras en secreto y deseen permanecer en la oscuridad, el Señor los muestra públicamente como lámparas a todo los hombres, y así, los que oyen hablar de ellos, pueden darse cuenta de que los mandamientos llevan a la perfección, y entonces cobran valor por la senda que conduce a la virtud» («Vida de Antonio» 93, 5-6).¡Sí, hermanos y hermanas! Tenemos muchos motivos para dar gracias a san Atanasio. Su vida, como la de Antonio y la de otros innumerables santos, nos muestra que «quien va hacia Dios, no se aleja de los hombres, sino que se hace realmente cercano a ellos» Deus caritas est. (Cierto, muy cierto)

Estamos trabajando...

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En nuestra páginas de jóvenes, además de todo el periódico, estamos haciendo las cambios necesarios para mejorar tanto su contenido como su presentación. En fin, estamos haciendo las reformas necesarias para servirte a tí.

Ya desde hace tiempo vemos que le falta mejorar, y arreglar uno que otro detalle. Por eso hemos decicidido empezar a trabajar, hacer entrevistas, sacar ideas, proponer, escuchar, hacer juicios para, finalmente, normar y establecer.

Nuestro commpromiso es contigo, pues todas las ideas que podamos sacar, las hacemos para el bien común de la sociedad, para tu formación, y claro que para la nuestra. Nuestro trabajo quiere a ser recíproco, no con un camino sino con varios, con posibilidades, y opciones.

Trabajamos finalmente por tí, pero también necesitamos de tu ayuda, por ello te pedimos que si tienes algún comentario lo externes, incluso esto va para los mismos reporteros, hasta para mí mismo. La autosuficiencia es un engaño.

Estamos trabajando....


Nota final: Si hay algún parecido con un discurso político, es mera coindidencia...

ALGO DE BUEN HUMOR.

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FRIDA KAHLO

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Video con los trabajos de esta gran pintora mexicana acompañados de la canción "Llorona".

CALENTAMIENTO GLOBAL.

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Un video de tantos sobre este tema tan controversial, disfrútenlo y tomen conciencia.

Asunción de María

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Hoy celebramos la solemnidad de la Asunción de Santa María en cuerpo y alma a los cielos.

Hoy —dice San Bernardo— sube al cielo la Virgen llena de gloria, y colma de gozo a los ciudadanos celestes».

Y añadirá estas preciosas palabras: «¡Qué regalo más hermoso envía hoy nuestra tierra al cielo! Con este gesto maravilloso de amistad —que es dar y recibir— se funden lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste, lo humilde y lo sublime. El fruto más granado de la tierra está allí, de donde proceden los mejores regalos y los dones de más valor. Encumbrada a las alturas, la Virgen Santa prodigará sus dones a los hombres».


Dom Josep Alegre

La Biblia y la Asunción de María

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La Biblia no toca el tema de la Asunción de María. Por eso tengo dudas.

RESPUESTA: La revelación se encuentra no solo en La Biblia sino también en La Tradición Apostólica. Para que la revelación sea interpretada correctamente, Jesús nos dio un MAGISTERIO. El Papa y los obispos, sucesores de los Apóstoles, continúan esa misión hasta la segunda venida del Señor.El Catecismo #76-78 nos recuerda lo que siempre ha enseñado la fe Cristiana:

La transmisión del evangelio, según el mandato del Señor, se hizo de dos maneras:— oralmente: "los apóstoles, con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de palabra lo que habían aprendido de las obras y palabras de Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó"; — por escrito: "los mismos apóstoles y otros de su generación pusieron por escrito el mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo" (DV 7).

"Para que este Evangelio se conservara siempre vivo y entero en la Iglesia, los apóstoles nombraron como sucesores a los obispos, 'dejándoles su cargo en el magisterio'" (DV 7). En efecto, "la predicación apostólica, expresada de un modo especial en los libros sagrados, se ha de conservar por transmisión continua hasta el fin de los tiempos" (DV 8).

Esta transmisión viva, llevada a cabo en el Espíritu Santo es llamada la Tradición en cuanto distinta de la Sagrada Escritura, aunque estrechamente ligada a ella. Por ella, "la Iglesia con su enseñanza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree" (DV 8). "Las palabras de los Santos Padres atestiguan la presencia viva de esta Tradición, cuyas riquezas van pasando a loa práctica y a la vida de la Iglesia que cree y ora" (DV 8).

Basarse SOLO en la Biblia como fuente de revelación es un ERROR. Para conocer toda la revelación necesitamos la Biblia Y la Tradición Apostólica.

La doctrina de La Asunción de la Virgen María al cielo en cuerpo y alma no aparece explícitamente en la Biblia. Pero si es parte de la Tradición Apostólica y ha sido proclamada formalmente como dogma por el magisterio de la Iglesia. Esto nos da la certeza de que es verdad revelada por Dios.

¿De qué murió María?

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Royo Marín responde así a la pregunta ¿de qué murió María?: ""No parece que muriera de enfermedad, ni de vejez muy avanzada, ni por accidente violento (martirio), ni por ninguna otra causa que por el amor ardentísimo que consumía su corazón”

No creamos que esta afirmación de que el amor a Dios haya sido la causa del fallecimiento (¿o desfallecimiento?) de María, sea una ilusión poética, producto de una piedad ingenua y entusiasta para con la Santísima Virgen. No. Esta enseñanza se funda en testimonios de los Santos Padres, quienes dejaron traslucir con frecuencia su pensamiento sobre este particular.

El Padre Joaquín Cardoso, S.J. cita a San Alberto Magno: “Creemos que murió sin dolor y de amor”. Nos asegura, además, que a San Alberto siguen otros como el Abad Guerrico, Ricardo de San Lorenzo, San Francisco de Sales, San Alfonso María de Ligorio y otros muchísimos.”

Y veamos qué nos decía Juan Pablo II sobre las causas de la muerte de la Madre de Dios: “Más importante es investigar la actitud espiritual de la Virgen en el momento de dejar este mundo”. Entonces se apoya en San Francisco de Sales, quien considera que la muerte de María se produjo como un ímpetu de amor. En el Tratado del Amor de Dios habla de una muerte “en el Amor, a causa del Amor y por Amor” (JP II, 25-junio-99).

Royo Marín cita a Alastruey, quien en su Tratado de la Virgen Santísima afirma: “La Santísima Virgen acabó su vida con muerte extática, en fuerza del divino amor y del vehemente deseo y contemplación intensísima de las cosas celestiales”.

Es nuevamente Juan Pablo II quien aclara aún más este punto: “Cualquiera que haya sido el hecho orgánico y biológico que, desde el punto de vista físico, le haya producido la muerte, puede decirse que el tránsilo de esta vida a la otra fue para María una maduración de la gracia en la gloria, de modo que nunca mejor que en este caso la muerte pudo concebierse como una `dormición'”

Luego basándose en la Tradición para tratar este tema, el Papa nos aclara aún más este maravilloso suceso:

“Algunos Padres de la Iglesia describen a Jesús mismo que va a recibir a su Madre en el momento de la muerte, para introducirla en la gloria celeste. Así, presentan la muerte de María como un acontecimiento de amor que la llevó a reunirse con su Hijo Divino, para compartir con El la vida inmortal. Al final de su existencia terrena habrá experimentado, como San Pablo -y más que él- el deseo de liberarse del cuerpo para estar con Cristo para siempre”. (JP II, 25-junio-97)

Otro ilustre Mariólogo, Garriguet, también citado por Royo Marín, nos describe más detalles sobre la vida y la dormición de la Madre de Dios: “María murió sin dolor, porque vivió sin placer; sin temor, porque vivió sin pecado; sin sentimiento, porque vivió sin apego terrenal. Su muerte fue semejante al declinar de una hermosa tarde, como un sueño dulce y apacible; era menos el fin de una vida que la aurora de una existencia mejor. Para designarla la Iglesia encontró una palabra encantadora: la llama sueño o dormición de la Virgen”.

Pero es el elocuentísmo predicador francés del Siglo XVI-XVII, Bossuet, Obispo de Meaux, quien en su Sermón Segundo sobre la Asunción de María nos describe con los más bellos detalles qué significa morir de amor y cómo fue este maravilloso pasaje de la vida de la Madre de Dios:

“El amor profano es quejumbroso y está diciendo siempre: languidezco y muero de amor. Pero no es sobre este fundamento en el que me baso para haceros ver que el amor puede dar la muerte. Quiero establecer esta verdad sobre una propiedad del Amor Divino. Digo, pues, que el Amor Divino, trae consigo un despojamiento y una soledad inmensa, que la naturaleza no es capaz de sobrellevar; una tal destrucción del hombre entero y un aniquilamiento tan profundo en nosotros mismos, que todos los sentidos son suspendidos. Porque es necesario desnudarse de todo para ir a Dios, y que no haya nada que nos retenga. Y la raíz profunda de tal separación es esos tremendos celos de Dios, que quiere estar solo en un alma, y no puede sufrir a nadie más que a Sí mismo, en un corazón que quiere amor. (Amarás a Dios sobre todas las cosas. Si alguno ama a su padre o a su madre o a sus hermanos más que a Mí, no es digno de Mí).”

“Ya podemos comprender esta soledad inmensa que pide un Dios celoso. Quiere que se destruya, que se aniquile todo lo que no es El. Y, sin embargo, se oculta y no da a ninguno un punto de donde asirlo materialmente, de tal modo que el alma, desprendida por una parte de todo, y por otra, no encontrado aquí el medio de poseer a Dios efectivamente, cae en debilidades y desfallecimientos inconcebibles. Y cuando el amor llega a su perfección, el desfallecimiento llega hasta la muerte, y el rigor hasta perder la vida.”

“Y he aquí lo que da el golpe mortal: es que el corazón despojado de todo amor superfluo, es atraído con fuerza al solo Bien necesario, con una fuerza increíble y, no encontrándolo, muere de congoja. `El hombre insensato' -dice San Pablo- `no entiende estas cosas y el sensual no las concibe; pero nosotros hablamos de la sabiduría entre los perfectos y explicamos a los espirituales los misterios del espíritu'. Digo, pues, que el alma, desprendida de todo anhelo de lo superfluo, es impulsada y atraída hacia Dios con una fuerza infinita, y es esto lo que le da la muerte; porque , de un lado, se arranca de todos los objetos sensibles, y por otro, el objeto que busca es tan inaccesible aquí, que no puede alcanzarlo. No lo ve sino por la fe, es decir: no lo ve; no lo abraza, sino en medio de sombras y como a través de las nubes, es decir, que no tiene de dónde asirlo. Y el amor frustrado se vuelve contra sí mismo y se hace a sí mismo insoportable.”

“Yo he querido daros alguna idea del amor de la Santísima Virgen durante los días de su destierro y la cautividad de su vida mortal. No, no; los Serafines mismos no pueden entender, ni dignamente explicar, con qué fuerza era atraída María a su Bien Amado, ni con qué violencia sufría su corazón en esta separación. Si jamás hubo algún alma tan penetrada de la Cruz y de este espíritu de destrucción santa, fue la Virgen María. Ella estaba, pues, siempre muriendo, siempre llamando a su Bien Amado con un anhelo mortal”.

“No busquéis, pues, almas santas, otra causa de la muerte de la Santa Virgen. Su amor era tan ardiente, tan fuerte, tan inflamado, que no lanzaba un suspiro que no debiera romper todas las ligaduras de esta vida mortal; no enviaba un deseo al Cielo que no hubiera debido arrastrar consigo su alma entera. Os he dicho antes, cristianos, que su muerte fue milagrosa, pero me veo obligado a cambiar de opinión: su muerte no fue el milagro, el milagro estuvo en la suspensión de esa muerte, en que pudiera vivir separada de su Bien Amado. Vivía, sin embargo, porque esa era la determinación de Dios, para que fuese conforme con Jesucristo su Hijo crucificado por el martirio insoportable de una larga vida, tan penosa para Ella, como necesaria para la Iglesia.

Pero como el Divino Amor reinaba en su corazón sin ningún obstáculo, iba de día en día aumentándose sin cesar por el ejercicio, creciendo y desarrollándose por sí mismo, de modo que al fin llegó a tal perfección, que la tierra ya no era capaz de contenerla. Así, no fue otra causa de la muerte de María que la vivacidad de su amor”.

“Y esta alma santa y bienaventurada atrae consigo a su cuerpo a una resurrección anticipada. Porque, aunque Dios ha señalado un término común a la resurrección de todos los muertos, hay razones particulares que le obligan a avanzar ese término en favor de la Virgen María”. (Bossuet, citado por el Padre Joaquín Cardozo S.J. en La Asunción de María Santísima).

Fundamentos del dogma de la Asunción

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El Papa Pío XII bajo la inspiración del Espíritu Santo, y después de consultar con todos los obispos de la Iglesia Católica, y de escuchar el sentir de los fieles, el primero de Nov. de 1950, definió solemnemente con su suprema autoridad apostólica, el dogma de la Asunción de María. Este fue promulgado en la Constitución "Munificentissimus Deus":

"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".

¿Cual es el fundamento para este dogma? El Papa Pío XII presentó varias razones fundamentales para la definición del dogma:

1-La inmunidad de María de todo pecado: La descomposición del cuerpo es consecuencia del pecado, y como María, careció de todo pecado, entonces Ella estaba libre de la ley universal de la corrupción, pudiendo entonces, entrar prontamente, en cuerpo y alma, en la gloria del cielo.

2-Su Maternidad Divina: Como el cuerpo de Cristo se había formado del cuerpo de María, era conveniente que el cuerpo de María participara de la suerte del cuerpo de Cristo. Ella concibió a Jesús, le dio a luz, le nutrió, le cuido, le estrecho contra su pecho. No podemos imaginar que Jesús permitiría que el cuerpo, que le dio vida, llegase a la corrupción.

3-Su Virginidad Perpetua: como su cuerpo fue preservado en integridad virginal, (toda para Jesús y siendo un tabernáculo viviente) era conveniente que después de la muerte no sufriera la corrupción.

4-Su participación en la obra redentora de Cristo: María, la Madre del Redentor, por su íntima participación en la obra redentora de su Hijo, después de consumado el curso de su vida sobre la tierra, recibió el fruto pleno de la redención, que es la glorificación del cuerpo y del alma.

La Asunción es la victoria de Dios confirmada en María y asegurada para nosotros. La Asunción es una señal y promesa de la gloria que nos espera cuando en el fin del mundo nuestros cuerpos resuciten y sean reunidos con nuestras almas.

Madre Adela Galindo SCTJM

Entrevista a Messori sobre su nuevo libro: hipotesis sobre María

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¿Quién es María? ¿Cómo explicar el misterio de una mujer que es elegida por el Creador para dar cuerpo y sangre a Jesús?

María no es sino una humilde mujer de una humilde aldea (ningún texto pre-cristiano habla de Nazaret, de forma que alguno ha intentado demostrar que no existía un lugar con tal nombre). María, para la sabiduría del mundo, no es nada. Para la perspectiva de la fe es un abismo de misterio: es persona humana como nosotros y a la vez es instrumento indispensable para el mayor acontecimiento y con diferencia: la encarnación de Dios mismo. En el Cielo, desde la perspectiva católica, hay actualmente dos cuerpos como los nuestros, glorificados para la eternidad: el de Jesús y el de su Madre. Anticipan lo que también seremos nosotros.

¿Por qué este libro? ¿Cuáles son los objetivos y el sentido de la investigación?

Cuando en 1976 publiqué mi primer libro, «Hipótesis sobre Jesús», muchos lectores me pidieron que me pusiera al trabajo con las «Hipótesis sobre María». El asunto, entonces, me parecía extraño, inaceptable. El hecho es que a Jesús se le encuentra en las calles, la Madre está en casa, en la discreción: se la conoce y se la ama cuando se alcanza bastante intimidad con el Hijo para entrar donde Él habita.

Dos, en cualquier caso, son los desafíos que he intentado afrontar en estas más de 500 páginas: ante todo mostrar que es posible ser devotos marianos convencidos sin caer en una cierta retórica, en un cierto «devocionismo». Mostrar, además, que dar lugar a la Virgen no es el hobby de creyentes sentimentales o ignorantes, sino una exigencia irrenunciable para todo creyente. Todo lo que la Iglesia ha dicho y dice sobre la Madre está, en realidad, al servicio de Cristo, en defensa de su humanidad y a la vez divinidad. La «mariología» es, en realidad, «cristología»; sus dogmas no son sino confirmación y baluarte de los de su Hijo. Allí donde María ha sido olvidada, antes o después se ha desvanecido también Cristo.

Innumerables son los temas y las historias narradas en el libro. Particularmente significativa la de la elección de la bandera europea, plataforma de símbolos marianos. ¿Podría contárnosla brevemente?

Claro. Por alguna ironía divina, esa Europa que no ha querido reconocer sus raíces cristianas ha adoptado (¡sin darse ni cuenta!) una bandera en la que destacan, en un fondo azul mariano, las doce estrellas que en el Apocalipsis coronan a la Mujer en quien la fe ve a María. El proyecto del estandarte europeo fue realizado por un devoto que se inspiró en el diseño de la Medalla Milagrosa que en París, en 1830, la Virgen pidió acuñar a santa Catherine Laboure. En fin, la agnóstica, frecuentemente masona o en cualquier caso no cristiana y menos que nunca católica «nomenklatura» europea fue de alguna forma «burlada» por un extraordinario proyecto celeste: y cuando se dieron cuenta, era demasiado tarde para remediarlo...

Ante las oleadas de secularización de las últimas tres décadas, la devoción mariana ha conservado muchísimas comunidades católicas; éstas, rezando el Rosario, han mantenido fe y tradición. No obstante también en algunos ámbitos católicos se contempla con suficiencia la devoción mariana, considerada antimoderna y demasiado tradicional. ¿Qué opina al respecto?

En estas «Hipótesis sobre María» me ocupo mucho de apariciones, aún limitándome a las reconocidas por la Iglesia. En las apariciones la Virgen continúa su vocación de madre que corre junto a los hijos en los momentos difíciles: desde el inicio de la modernidad es la fe misma la que está amenazada, la grey de los creyentes parece en peligro de dispersarse. Las apariciones son una llamada, una sacudida, una confirmación, un afianzamiento. Acudo cuando puedo como peregrino, además de como estudioso, a los santuarios marianos europeos: allí encuentro a las multitudes que ya no acuden a sus parroquias, pero que son atraídas por aquellos lugares donde la presencia materna se ha manifestado. En Occidente el incremento de las peregrinaciones ha sido el único índice de signo positivo en una Iglesia donde todo disminuía, desde la participación en los sacramentos hasta las vocaciones. La devoción mariana es actualmente tal vez el mayor recurso pastoral: y no sé qué pensar de ciertos «clérigos intelectuales» que rechazan o hasta desprecian esta extraordinaria posibilidad. Pero, por fortuna, la persona normal no lee a los teólogos «adultos» y «críticos», sino que sigue quedando fascinada ante la posibilidad de que en un santuario una Madre misericordiosa le espera.

Históricamente la expansión de los cristianos se explica también gracias a una elevada concepción de la mujer respecto al mundo pagano. ¿Hasta qué punto la figura de María explica la concepción cristiana de la mujer? ¿Qué podría decir hoy María al movimiento por la emancipación de la mujer?

Hace veinte años, tras unos días de coloquio con el prefecto del ex Santo Oficio, el cardenal Joseph Ratzinger, publicaba «Informe sobre la fe». El futuro Benedicto XVI me decía que a la crisis de la mujer, frecuentemente tan dolorosa para ella, los cristianos debían oponer un antídoto: María. En esa misma persona conviven las dos grandes vocaciones femeninas: la virginidad y la maternidad. Si es bien entendido, el culto mariano no sólo no es obstáculo, sino una ayuda preciosa para que las mujeres reencuentren un camino que valore verdaderamente el misterio de la feminidad.

Adoración a Cristo

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“Si echamos un vistazo a Europa, veremos que han dejado de adorar a su Divino Hijo para pasar a un banal humanismo, no los pueblos que se han distinguido por su devoción a María, sino precisamente los que han rechazado tal devoción. Se ha extinguido el celo por la gloria del Hijo allí donde ésta había dejado de estar unida a un ardor por la exaltación de la Madre. Los católicos, acusados injustamente de adorar a una criatura en lugar de al Creador, aún Lo adoran. Mientras que sus acusadores, que habían pretendido adorar a Dios con mayor pureza y fidelidad a la Escritura, han dejado de adorarlo”.

John Henry, cardenal Newman.

Dos acepciones

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Revelación

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La revelación del misterio y del carácter oculto de Dios no es una palabra de especulación teórica, sino una palabra ‘practica’ de salvación. Es una palabra de condena y una palabra de gracia al mismo tiempo. Es una palabra de condena, porque dice definitivamente que el hombre no puede apoderarse del misterio mediante el conocimiento ni mediante la acción. En este sentido la revelación del misterio de Dios es la condena de la soberbia humana, que quiere ser como Dios (Gen 3, 5).

Por eso la revelación de Dios es la desautorización de todos los ídolos autofabricados, de nuestras imágenes de Dios y de toda absolutización, que no nos liberan, sino que nos esclavizan. La revelación del misterio de Dios, condenando al hombre y recordándole sus límites, es al mismo tiempo una palabra de gracia. La revelación invalida la ley de las obras, del afán y la obligación de las obras, y nos dice que nosotros no podemos ni necesitamos renunciar a nuestra vida. Dios nos acepta definitivamente con nuestras limitaciones, y en consecuencia nosotros no solo debemos conocer nuestras limitaciones, sino que podemos y debemos reconocerlas.

Aceptados absolutamente por Dios, debemos afirmarnos a nosotros mismos y afirmas a los demás. En términos teológicos, la revelación del misterio de Dios anula la ley de la autojustificación por las obras y proclama el evangelio de la gracia justificante. Así la revejación del misterio de Dios es la revelación del misterio de nuestra salvación; es la verdad fundamental y central de la fe cristiana.

Walter Kasper

Fuente: http://bodasdecana.wordpress.com

Antídoto inmortal....

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La Santa Misa es el centro de nuestra vida interior, la respuesta a todas las preguntas y dudas que nos atormentan, la solución a todos nuestros problemas, la salvación en todos nuestros sufrimientos y dificultades, y el remedio perfecto ante cualquier mal.

Slawomir Biela. Abre de par en par tu puerta a Cristo. Pg. 105

Erótica evangélica

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"Sólo en la medida en que te descubras a ti mismo, descubrirás la hondura de su amor. En lo profundo de lo que eres, experimentarás que no estás solo. Amorosa y misericordiosamente, alguien ha penetrado en el misterio de tu humanidad más íntima, y no como espectador, ni coo juez, sino como alguien que te ama, que se ofrece y se une a ti para liberarte, para salvarte, para sanarte... Para quedarse siempre contigo amándote, ¡amándote!" (Jaques Philippe, La libertad interior)¿Teología o Erótica? Quizá en el fondo sean lo mismo, según el Evangelio..."


 
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