Juan Pablo II amigo de los jóvenes

Tu eres mi esperanza

El pasado 2 de Abril conmemoramos 2 años de la partida de Juan Pablo II a la Casa del Padre, y también se hizo la Sesión de Clausura de la parte diocesana sobre la vida y virtudes de este querido papa, justamente un Lunes Santo; recordemos que él murió en las vísperas de la Fiesta de la Misericordia Divina y dentro de la Octava. Pero, ¿qué herencia nos deja Juan Pablo II a los jóvenes?

Juan Pablo II fue un hombre siempre preocupado por las necesidades humanas, y optimista por el futuro, y no solo eso, sino que centraba sus ideas en los jóvenes, al llamarnos “la esperanza de la Iglesia,”, “el futuro” porque es en nosotros en quienes recae la responsabilidad de crear un mundo mejor, que cada uno de nosotros, independientemente del oficio al que nos dediquemos, mediante el servicio a Dios y a los demás.

Él creó para los jóvenes las Jornadas Mundiales de la Juventud, en el año de 1986 en la Ciudad de Roma, en un Domingo de Ramos. También instituyó el uso de una Cruz para que peregrinara por el mundo. Pero yo me pregunto ¿para qué creó todo esto?

De manera personal he de afirmar que, habiéndose dado cuenta de los problemas de este mundo y que principalmente a los jóvenes nos aquejaban, buscó la manera de llegar a cada corazón joven para que prevaleciera ese Dios Vivo, ese Dios que es Amor en su totalidad, ese Dios que escucha y comprende.

Hace 2 años pudimos leer y escuchar el testamento que este querido Papa había dejado, pero no solo es esto lo que nos deja, sino en cada uno de nosotros los jóvenes, los cuales, me atrevo a decir, solo habíamos conocido a un Papa: Juan Pablo II, esa sensación de luchar por medio del amor, ese espíritu de lucha ante la adversidad; de esto último tenemos bastantes ejemplos para citar, ante las enfermedades nunca se dejó vencer, hacía viajes que sus médicos y su equipo de trabajo trataban de disuadir e inclusive en su última presentación en público intentó hablar.

Fue un papa que buscaba a los jóvenes y los encontró, reía con ellos, bromeaba, cantaba, disfrutaba de su compañía y no por nada nos llamó “su esperanza” ya que en nosotros recae una nueva conciencia hacia lo mejor

Por naturaleza siempre somos impetuosos, con gran sed de cambio, cualquier cosa nos ilusiona y en algunas ocasiones nos dejamos llevar por lo que los demás nos digan, y eso siempre fue una preocupación de nuestro querido Papa, de que dadas estas situaciones dejáramos a un lado lo verdaderamente importante, que no cediéramos ante las modas que muchas veces son impuestas sin querer. Deseaba crear una conciencia real y humana en cada uno de nosotros. Fue como un Gran Padre para la humanidad.

Hay muchas personas que se dicen influenciadas por las ideas de este Papa, como por ejemplo, a muchos les sirvieron sus palabras para dar un sí al Señor; otros afirman que les ha ayudado a tomar decisiones sobre cosas que pasan en sus vidas, como salvarse a sí mismos ante un suicido u otras cosas.

En fin, te podría decir qué tanto ha influido en mí, pero prefiero contártelo en otra ocasión para no aburrirte, quizá a ti no te ha causado ninguna impresión o no ha influido en tu vida, pero recuerda que siempre sus mensajes, libros, entre otras cosas siempre estarán allí, sin importar lo que pase y que en un futuro pueden servirte.

Pero te pido que en esta Semana Santa pienses en este personaje tan importante para la Historia Universal, que eleves una oración para que pronto podamos verlo en los altares y que te encomiendes a él, que sea esa inspiración para que lleves días realmente de cambio, de reflexión. Recuerda que hace dos años Juan Pablo II no asistió al Vía Crucis del Coliseo, y en aquella ocasión envió un mensaje a los fieles: “Asimismo, me siento cerca de los que, en este momento, se encuentran probados por el sufrimiento. Pido por cada uno de ellos. En este día, memorial de Cristo crucificado, contemplo y adoro con vosotros la cruz y repito las palabras de la liturgia: “O crux, ave spes unica!",(…) danos paciencia y valentía, y obtén la paz para el mundo!”

Recuerda que nosotros escribimos este hoy, este futuro, y en cada uno de nosotros debe recaer la responsabilidad de hacer un futuro mejor, de no decaer en la fe y que sea la fuerza que necesitamos para vencer cuanta adversidad se presente en nuestra vida. Es por ello que somos esa esperanza.

Para finalizar, deseo dejarte un fragmento de su testamento, el cual, en lo personal, es muy conmovedor:

“Quiero seguirle y deseo que todo lo que forma parte de mi vida terrenal me prepare a este momento. No sé cuando llegará, pero como todo, también deposito este momento en las manos de la Madre de mi Maestro: Totus Tuus. En sus manos maternas lo dejo todo y a todos aquellos con quienes me ha ligado mi vida y mi vocación. En esas manos dejo sobre todo a la Iglesia y también a mi nación y a toda la humanidad. A todos doy las gracias. A todos pido perdón. Pido también oraciones para que la misericordia de Dios se muestre más grande que mi debilidad y mi indignidad”.

1 comentarios:

Abraham Siloé R. dijo...

Agustín:

Juan Pablo II fue un gran hombre. Mucho de lo que él propone llama en forma relevante mi atención.

Más aún, su filosofía y su enfoque me atraen mucho. Juan Pablo impulsó mucho el personalismo y la importancia de la relación de las personas. De hecho, me agrada su definicíón de la persona: ser en relación.

Te recomiendo que leas el artículo que salió esta semana en Koinonía de Rodrigo Guerra, un filósofo especializado en el pensamiento de Wojtyla. Creo que se llama "Seguir a Cristo también hoy".

Te agradezco que hayas publicado en el blog. Te quedó bien el artículo. Saludos.

 
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