UN ESTILO PROPIO DE COMUNICAR EL EVANGELIO.

500 Semanas de editar el Semanario Koinonía.

...Koinonía se elabora con responsabilidad, asumiendo semana a semana el reto de planear, recopilar, diseñar, imprimir y distribuir el semanario; con ilusión, esperando que lo realizado ayude al lector (...) a la creación de un mundo mejor...

Por Pbro. Marco Antonio García Ángeles.
Director del Semanario Koinonía.
Hace cuatro semanas que iniciamos la planeación de la edición número 500 del Semanario Koinonía, actividad que ha pasado ya a formar parte de nuestro calendario semanal, así como otras actividades más que, con el correr del tiempo, hemos incorporado al periódico y que marcan una distancia no sólo de forma sino de fondo entre su inicio y el actual número. En esta ocasión la planeación del periódico tiene un tinte especial, pues significa llegar a una edición que cierra una etapa que incluye los inicios y la consolidación de un medio católico de comunicación en la Iglesia particular de Puebla.

Al hacer memoria de estas 500 semanas vienen a mi mente las palabras que el Papa Juan Pablo II plasmara en la Bula de convocación para la celebración del gran Jubileo del año 2000: “A lo largo de la historia la institución del Jubileo se ha enriquecido con signos que testimonian la fe y favorecen la devoción del pueblo cristiano. Entre ellos hay que recordar, sobre todo, la ‘peregrinación’, que recuerda la condición del hombre a quien gusta describir la propia existencia como un camino. Del nacimiento a la muerte, la condición de cada uno es la de ‘homo viator’…” Y es verdad, nuestra vida encuentra su razón de ser desde el momento en que nos reconocemos como personas que caminamos, que peregrinamos hacia la plenitud: Dios.

¿Qué ha sido Koinonía a lo largo de 500 semanas de trabajo, de constancia y presencia editorial, sino un medio de comunicación en el que se ha plasmado el sentir, la vida y la experiencia de fe de la comunidad diocesana, un medio que semana a semana expresa en palabras e imágenes una fisonomía particular y única del equipo editorial y de la realidad espacio temporal de una diócesis viva? Un medio que, en el aprendizaje permanente, ha contribuido al crecimiento y maduración de la fe de sus lectores. Un medio que en su caminar, no pocas veces difícil y áspero, se ha esmerado en ser fiel a su misión de contribuir a que las palabras de Jesús dichas a sus Apóstoles “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio”, se hagan realidad en la nueva cultura mediática.

Alcanzar la edición 500, necesariamente me ha llevado a volver los ojos al día 5 de abril de 1998, fecha en la que iniciamos nuestra aventura editorial, nuestra historia de comunicación. Doce páginas, cinco mil periódicos, una tinta, cuatro pesos su precio, son algunas de las características que aún pueden constatar quienes con cariño guardan la mencionada edición. Al recorrer sus páginas descubrí nombres que hoy son familiares y de referencia obligada en Koinonía: Miriam Cervantes, reportera; Alba Juárez, reportera; Jorge Cabrera, reportero; Alfredo Martínez, diseñador; Julieta Pérez, sección infantil. A ellos se fueron integrando reporteros, diseñadores, impresores, distribuidores, administradores, directivos y consejo editorial, que con su trabajo y compromiso han hecho posible el desarrollo y la presencia del semanario en la Diócesis hasta llegar a ser un centro de servicios en comunicación editorial.

Koinonía refleja ahora el resultado de su progreso: veinte páginas, ocho de ellas en selección a color, 11 mil quinientos periódicos, seis pesos su precio, suplemento infantil, 210 centros de distribución, por mencionar algunas de sus actuales características. En aquella primera edición como en cada una de las que le siguieron, late vivo el espíritu de nuestro objetivo: Ser un medio permanente de expresión de la Iglesia diocesana que, informando, evangelizando y orientando, desde las diferentes facetas y carismas que la forman, contribuye a la maduración de la fe del cristiano en el umbral del nuevo milenio.

Cientos de eventos cubiertos por los reporteros, miles de notas redactadas, de páginas diseñadas, de fotografías retocadas, de palabras tecleadas; miles y miles de hojas impresas que resultan ya incontables, de horas máquina de trabajo, de horas hombre de trabajo; cientos de veces recorrida la Diócesis, cientos de miles de kilómetros de travesía por las carreteras y un promedio de cinco millones de periódicos distribuidos a lo largo y a lo ancho de la Diócesis.

Analizar estos datos nos llena de satisfacción por el trabajo realizado, por los logros alcanzados; nos permiten agradecer en primer lugar a Dios nuestro Señor, por su tangible presencia y bendición, y después, a cada uno de los sacerdotes, distribuidores, promotores, anunciantes y lectores de Koinonía, porque con su invaluable apoyo han hecho posible que hoy alcancemos esta meta dentro del mundo de la comunicación.

En el camino recorrido, Koinonía ha ido asumiendo mensajes del Magisterio de la Iglesia que le han permitido fortalecer y clarificar su misión. La primera de ellas es una frase del Papa Juan Pablo II que dice: “Comunicar al Señor, no es una obligación sino un privilegio”. Esta frase la hemos hecho nuestra porque creemos, y así lo tratamos de manifestar, que nuestro diario trabajo en Koinonía es un privilegio que Dios y la vida nos han permitido experimentar para servir y contribuir a la comunión en la Iglesia diocesana.

Cuando el mismo Papa Juan Pablo II hace el llamado a la Iglesia para que oriente todos sus esfuerzos hacia la Nueva Evangelización, Koinonía refuerza su convicción de que entre en los nuevos métodos, los medios de comunicación son útiles y necesarios para la evangelización. Una sociedad globalizada, con un nuevo lenguaje mediático pide un nuevo estilo y nuevos métodos de predicación, Koinonía trabaja para reflejar una Iglesia viva, preocupada por el diario acontecer del hombre y en sintonía con los avances tecnológicos.

Palabras como “lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas”, tomadas del evangelio de Mateo 10,27 e incluidas en uno de los mensajes del Papa para la celebración de la Jornada Mundial de las Comunicaciones han propiciado nuevas ideas, proyectos y cambios en la forma de hacer periodismo a través de un medio católico.

Pero como toda realidad humana, no todo ha sido color de rosa. Cuando las fuerzas han flaqueado, cuando el camino se empieza a cerrar, cuando es difícil descubrir la luz, recordamos y reflexionamos la profundidad de “las palabras con las que un día Jesús, después de haber hablado a la muchedumbre desde la barca de Simón, invitó al Apóstol a ‘remar mar adentro’ para pescar: ‘Duc in altum’ (lc 5,4). Pedro y los primeros compañeros confiaron en la palabra de Cristo y echaron las redes. ‘Y habiéndolo hecho, recogieron una cantidad enorme de peces’ (Lc 5,6) ¡Duc in altum! Esta palabra resuena también hoy para nosotros y nos invita a recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnos con confianza al futuro…” (Novo millennio ineunte 1). Debo reconocer que en varias ocasiones este mensaje de Jesús nos ha hecho retomar el camino, renovar el compromiso y reforzar la esperanza. Y el Señor no nos ha dejado nunca de su mano.

Hoy que llegamos a la edición 500 del semanario vale la pena presentar una explicación del término Koinonía, pues en ello nos hemos afanado durante 500 semanas de nuestra vida. Koinonía, es un término en lengua griega que encontramos en el libro de los Hechos de los Apóstoles y se refiere al nuevo estilo de vida de los discípulos de Jesús, a la comunión en la que vivía la primera comunidad como fruto de la presencia del Espíritu Santo. Koinonía semanario ha pretendido, y en buen grado lo ha logrado, contribuir para que, teniendo la misma fe, formando una sola familia en Cristo e iluminados por un solo Espíritu, vivamos una común unión, una comunidad, meta de la comunicación.

Ahora nos podríamos preguntar: ¿cómo se hace Koinonía? El proceso técnico editorial es muy interesante pero creo que se disfruta más cuando físicamente se atestigua la presencia de los reporteros en las parroquias, su diseño en computadora, su impresión en las máquinas offset, su puntual distribución en las comunidades parroquiales, para lo cual hago una atenta y sincera invitación a visitar nuestras oficinas.

Al hablar sobre la forma cómo se hace Koinonía me quiero referir a las actitudes que cada uno y todos los que formamos Koinonía nos esforzamos en transmitir. Koinonía se elabora con responsabilidad, asumiendo semana a semana el proceso de planeación, recopilación, diseño, impresión y distribución del semanario; con ilusión, esperando que lo realizado ayude al lector a conocer y amar al Señor y a su Iglesia; con esperanza de que a través del semanario se ayude en la creación de un mundo mejor, de un hombre mejor, de una Iglesia mejor; con fe en Dios que es el mensaje mismo, en el hombre que es el destinatario y en nosotros mismos como equipo que elaboramos el medio; con alegría, fruto de la satisfacción por el trabajo realizado y por el bien compartido; con optimismo, vislumbrando un futuro mejor para Koinonía y para nuestros lectores, no dejándonos vencer por las adversidades, los obstáculos, y mucho menos por las dificultades; con espíritu de servicio, sabiéndonos parte de una comunidad de servidores a ejemplo del Maestro. En una palabra: soñando, como lo hiciéramos hace 500 semanas, cuando contábamos solo con eso, con el sueño de hacer realidad un medio de comunicación impreso.Como en aquella ocasión, en esta edición, la número 500, tenemos aún metas por alcanzar, proyectos que elaborar, obstáculos que vencer, alegrías que compartir, triunfos que celebrar, penas que sufrir, mensajes que comunicar. Pero ciertamente, ayer como hoy, de algo estamos seguros, mientras el Señor nos lo permita vamos a seguir soñando, vamos a seguir siendo un medio de comunicación en nuestra Iglesia diocesana, vamos a seguir recorriendo el camino que nos conduce a la Koinonía definitiva, a la comunión con Dios.

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