Iglesia

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“La filosofía y la poesía cumplen una función humana igualmente liberadora: la sospecha de que el universo no se limita a ser lo que es. No hay por qué oponer −aunque las hayan opuesto− la filosofía a la poesía, porque en rigor no estamos ante actitudes antitéticas, sino complementarias y convergentes. Filosofía y poesía son dos actitudes igualmente legítimas, sin tener que condenar la filosofía a la poesía o la poesía a la filosofía”(1). Agustín Basave


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Por Hernán Manuel Chávez

¡Oh Iglesia, mi Iglesia!
como me dueles Iglesia
tu fin es orientar al hombre
tu fin es alcanzarle a Dios
¿por qué te afanas entonces
en buscar donde no estoy?

¡Oh Iglesia, mi Iglesia!
de pastores descarriados
olvidados del amor
¿por qué no buscas del hombre
verdadera conversión?

¡Oh Iglesia, mi Iglesia!
¿te has olvidado de Dios?
Él es quien te ha hecho una
Santa, pura, Universal.
Deja el sensacionalismo
busca amar a la Verdad

¡Oh Iglesia, mi Iglesia!
¿piensas en modernidad?
no te olvides que tu fuerza
no viene de humanidad.
Deja actuar en ti mi Espíritu
no busques comodidad
que los hombres necesitan
estar en mí en unidad.

¡Oh Iglesia, mi Iglesia!
tus pastores tantos son
que buscan satisfacciones
mutilando la razón.
no quiero yo tus dineros
pon en mí tu corazón
entonces y sólo entonces
me verás como tu Dios.

DIOS... ¿EXISTE?

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Navegando por la página de internet YouTube encontré un video titulado “Dios no existe”. En un primer plano aparecía la frase “Dios no existe”, para posteriormente mostrar otra que decía “en los corazones de muchas personas”; el video pertenece a un grupo religioso que invitaba a otros jóvenes a ir de misiones durante la Semana Santa. La idea me pareció interesante porque el título te atrae, pero esta misma frase puede decirnos aun más de lo que aparenta.

Nosotros los jóvenes tantas veces hemos dicho esta frase cuando algo nos sale mal, o nos ocurre alguna situación adversa, como por ejemplo enfermedad y/o muerte de algún ser querido, o muchas tantas ocasiones de la misma vida, quizá ajenas a nosotros pero a la vez tan cercanas, como las guerras y el hambre. La típica frase que sacamos a relucir es: “si Dios existe, ¿por qué permite esta situación?”.

Nuestro mundo es cada vez más diferente al de nuestros padres, y cuando más al de nuestros abuelos, enfrentamos a diferentes retos, como el encontrar trabajo, enfermedades que no existían como el VIH-SIDA, entre otras; pero también hay cosas buenas hoy, como las computadoras, los distintos medios de comunicación como celulares, e-mails, mensajes SMS, televisión, DVD, CD, MP3, Ipods, entre otros, y que han ayudado al progreso de la humanidad; ahora no es necesario esperar por un mensaje tanto tiempo, en cuestión de segundos la información puede llegar a uno o a varios destinatarios.

Si bien estos y otros tantos avances de la tecnología han ayudado al desarrollo de una nueva humanidad, también, he de admitirlo, la han alejado un poco, o un mucho, de sus orígenes y/o costumbres como por ejemplo la conversación entre las personas, la escritura manual, la ida al cine, etc. Pero uno de los cambios más significativos es la confianza que la humanidad actual tiene en Dios, es por ello que muchas personas se preguntan “Dios ¿existe o no?”.

¿Y a qué se deberá esta pregunta? Pues bien, a que a diferencia de nuestros antepasados, nosotros vivimos en una sociedad donde todo es posible, donde el límite es la capacidad del hombre para pensar y crear, donde se crea desde lo más simple hasta lo más complejo, donde se han adquirido conocimientos sobre ciencia, y es en todo esto donde se ha demostrado, en cierta medida, que la humanidad es autosuficiente, que todo lo puede. No quiero decir que el progreso sea malo, al contrario, si es para ayudar y facilitar las labores, bienvenido sea, pero es en cierta medida ese progreso tecnológico y social por la que muchas personas consideran a Dios como un objeto de la imaginación o un recurso último ante una circunstancia extrema. Para ejemplificar esto, alguna vez un ingeniero civil me comentaba que a él no le parecía que los albañiles pusieran la cruz el 3 de Mayo y dieran gracias a Dios al terminar las construcciones; mencionó que no era así, ya que había grandes ingenieros y arquitectos que se pasaban, inclusive noches, diseñando los planos y sacando cálculos para una buena construcción y que a final de cuentas el éxito se lo adjudicaban a alguien que, según él, no tenía nada que ver. Otro ejemplo es de una joven que basa su juicio y argumento de la no existencia de Dios en el hecho en que no vivimos en alegría y amor perpetuos, menciona que hay gente que muere de hambre, en las guerras o por alguna enfermedad, entre otras causas, y dice que si Dios existiera, no permitiría tal situación. Así podría escribir sobre tantos argumentos que he escuchado; es algo presente entre nuestra juventud, que preocupa a los mayores y que en las actuales generaciones puede causar risa.

No creo que las actuales generaciones sean perversas o malas, no veo ruina en estos tiempos como creen algunos, pienso en ellos como personas que no han conocido realmente a Dios; soy muy optimista. Yo sí creo en Dios, creo en su existencia, pero la experiencia que tengo no la tienen esas personas. Al ingeniero contesté que, a pesar de sus argumentos convincentes, Dios había estado allí, desde la planeación de la construcción y le había llevado la sabiduría, que es uno de sus dones, para que los cálculos fueran los correctos. El Papa Benedicto XVI en Octubre de 2005, cuando alguien le preguntó que cómo era posible que Jesús estuviera en la Hostia, respondió que muchas cosas no son visibles, como nuestra inteligencia, o más sencillo, la corriente eléctrica, no les vemos pero sabemos que están allí.

A la joven se le podría decir que efectivamente hay situaciones bastante desagradables en nuestro mundo, inclusive algunos de nosotros podemos en este momento estar pasando por una situación penosa; un argumento que se dice ante las diversas situaciones es el siguiente: “es la voluntad de Dios”, pero hay otra frase que amplia a la anterior y esa es el hecho de que Dios está a un lado del sufriente, y que, de alguna u otra manera, te abre una puerta, aunque sea muy pequeña, pero jamás nos abandona, a pesar de que Dios guarda silencio y parece indiferente.

Mas que criticar a la gente que actualmente pone su fe en otras cosas, y que Dios pasa a segundo o tercer plano, debemos amarla, y evangelizarla, quizá con la Escritura, pero lo que considero de importancia es la evangelización con testimonio propio, con nuestra vida. Debemos rechazar estilos de vida cómodos y egoístas, acercarnos a Dios y dar ejemplo de una vida cristiana buscando el rostro de la verdadera felicidad, romper con esos espejismos que la vida moderna nos trae., no dejarnos influenciar por modas pasajeras, Dios existe, está vivo y presente en estos tiempos y estará por siempre hasta el fin de los tiempos.

Benedicto XVI dijo en 2005: “El poder de Dios es diferente del poder de los grandes del mundo, Él actúa de otra forma, no como quisiéramos imponérselo” Este pensamiento nos muestra esa divinidad, ese misterio, esa invisibilidad de Dios, que muchos critican y piensan que para creer en Dios necesitan verle, Él tiene su forma de cómo actuar y de verdad, es totalmente distinta a lo que queremos o deseamos.

La capacidad del hombre para pensar y crear está inspirada por Dios, por ese ser supremo que da las facultades para que la humanidad sea feliz, solo que muchas veces esa capacidad no es usada correctamente, es nuestro deber como formadores del futuro buscar que esos dones sean usados para un bien, y dejemos que Dios nos inunde, nos envuelva de su presencia, y seamos felices, no seamos agresivos con los que no piensan igual que nosotros porque a final de cuentas son nuestros hermanos y hermanas, jamás les neguemos nuestra ayuda, porque Dios existe, y existe en cada uno de nosotros, vive en nuestro corazón y nosotros en el suyo, y cómo lo dije anteriormente Dios siempre está con el sufriente, a un lado, y también está con el feliz, está con todos en este mundo.

 
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